jueves, mayo 19, 2016

El olor de los muchachos voraces



Frederik Peeters sigue jugando con nuestros prejuicios y convenciones lectoras usándolas para su propio beneficio narrador y acabando siempre por contarnos historias  que trascienden a los géneros elegidos.

En esta ocasión, Peeters nos embauca con un falso western donde vemos todo aquello que acostumbramos a ver en un western pero al que nunca conseguimos entrar de la misma manera que a un Blueberry.  Algo es distinto y se mueve de manera diferente en la historia. Puede ser esa parte simbólica y esotérica. Puede ser el diseño y tratamiento de personajes, todos ellos más raros que un perro verde pero a los que finalmente aceptamos con toda normalidad sin cuestionarnos mucho el porqué. O simplemente puede ser que Peeters es un maestro en lo que hace.

Un álbum distinto, con esa diferencia a la que nos tiene acostumbrado Peeters, lleno de frescura y originalidad. Como suele pasar en obras de este tipo la recepción entre los lectores tenderá al enfrentamiento, con lectores que alabarán hasta el infinito la obra y otros que no entenderán por qué tratándose de un western no hay más tiros.

Recomendable para los lectores que siguen al día cada propuesta de Frederik Peeters. Mucho ojo para los que se acerquen a este cómic esperando un Blueberry o similar.

Por cierto, ¿comenté por algún lado que Peeters cada vez dibuja mejor?






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