lunes, noviembre 04, 2013

¿Quién le zurcía los calcetines al rey de Prusia mientras estaba en la guerra?



Un guionista que escribe desde el corazón. Ese es Zidrou. Uno de los artistas que mejores momentos me ha dado en los últimos años. En una de sus múltiples facetas, pasando del cómic infantil al cómic más social, este contador de historias, aprovecha el medio que domina con maestría para tratar temas de esos de los que no es agradable hablar por lo presentes que están en nuestra sociedad y por lo mucho que escuece hablar de ellos.

Micheal, el gran Michellon, es un joven minusválido que tiene un enorme cuerpo dirigido por el cerebro de un niño. A su cuidado, su madre, la sexagenaria Sra. Hubeau, hipotecada vitalmente al cuidado de su niño sin que nadie más de su familia quiera asumir la responsabilidad al mismo tiempo que la vida y las energías necesarias para encargarse de su hijo se van escapando.

Pequeño fragmentos del día a día de esta pareja que dejan entrever la dureza y la gran valentía de estos anónimos héroes que hacen frente a la adversidad en una lucha diaria con mucho tesón y por supuesto, todo el amor del mundo.

Como pasa habitualmente con los cómics más concienciados de Zidrou, alejándose de la sensiblería pero con una gran sensibilidad, la historia de Micheal y su madre llega directamente a nuestro corazón y una vez empezada su lectura es imposible dejar de pasar hojas hasta el final.

Por supuesto, si hablamos del talento de Zidrou en el guión, no podemos dejar de hablar de la maravillosa propuesta gráfica de Roger Ibáñez. El dibujante mundialmente conocido por su Jazz Maynard, se aleja del estilo gráfico que le hizo famoso y en un tour de force personal y profesional, cambia totalmente su estilo, adaptándose al tono requerido por esta historia para ofrecernos el que para mi es sin duda su mejor trabajo hasta el momento. Y no lo digo tanto por la indiscutible calidad gráfica presente de forma innata en todos sus trabajos, si no porque aquí se ve que Roger también ha puesto parte de su alma, dejando salir facetas del autor que en Jazz Maynard no tenían cabida.

Un cómic precioso para contar una historia todavía más hermosa.

Tan imprescindible para los habituales seguidores de Zidrou y que gustaron de historias como Lydie  como para los admiradores del dibujo de Roger, que se verán sorprendidos por la propuesta del autor pero que no tardarán mucho en caer rendidos a sus pies.

Ideal para una compra personal o como regalo ahora que se acercan las fechas navideñas.

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